Prepara el crumble mezclando todos sus ingredientes hasta obtener una mezcla arenosa. Aprieta la masa con tus manos para formar trozos grandes de crumble, como si fuera arena aglomerada (esto es para que no quede tan suelta y que el crumble quede muy crujiente y no se caiga de los muffins).

Reserva en el refrigerador.

Precalienta el horno a 180°C (355°F). Engrasa y enharina un molde para muffins o prepáralo con capacillos. Reserva.

En un tazón mediano, mezcla la leche con el vinagre y bate un par de segundos para integrar ambos ingredientes. Deja reposar por 8 minutos.

En un tazón grande combina la harina, polvo para hornear, bicarbonato y sal. Reserva.

A la leche reposada, añade el azúcar, aceite, vainilla y bate hasta disolver el azúcar.

Poco a poco agrega la mezcla de la leche a los ingredientes secos batiendo con un globo (hasta que ningún grumo grande de harina sea visible). OJO: No sobre-mezcles ya que puede afectar la textura de los muffins. Añade los frutos rojos y ralladura de limón. Mezcla sólo un par de veces.

En porciones iguales, vacía la mezcla en el molde previamente preparado llenando ¾ partes de su capacidad (rendirá para aproximadamente 8 muffins grandes).

Agrega crumble por encima de los muffins (asegúrate de cubrir la superficie por completo) y presiona ligeramente para que se adhiera a la mezcla.

Hornea por 25-28 minutos o hasta que al insertar un palillo o cuchillo en el centro de un muffin, éste salga limpio.

Retira del horno y deja enfriar.

Conserva dentro de un molde hermético en un lugar fresco.